Desmontamitos: 6 falsos mitos sobre linfedema en el tratamiento por cáncer de mama

No, en realidad, lo más normal es que tras una cirugía de cáncer de mama con ganglio centinela, incluso con linfadenectomia, es no desarrollar linfedema, en un estudio de seguimiento durante 3 años después de la cirugía de cáncer de mama, realizado con nuestras pacientes del Hospital universitario de Bellvitge, el 91% de las pacientes no desarrollaron linfedema, es decir, la mayor parte de ellas no tuvieron linfedema en ese periodo de seguimiento.

Después de la cirugía, cuando el cirujano determine que no hay riesgo de dehiscencia de sutura, se debe incorporar el brazo de la mama intervenida en cualquier actividad de la vida diaria, cómo, por ejemplo, aseo personal, actividades de ocio, ejercicio y trabajo. 

La reincorporación a estas actividades es progresiva, se debe de promover conforme vayan remitiendo las molestias posquirúrgicas. 

Que el brazo vuelva a movilizarse lo más pronto posible cuando no haya riesgo de dehiscencia de sutura, no causa riesgo de desarrollar linfedema ni empeora el linfedema una vez instaurado.

Durante mucho tiempo se previno a las pacientes con cáncer de mama para que evitasen el ejercicio con la extremidad afectada, bajo el supuesto de que el ejercicio aumentaría el riesgo de presentar linfedema. Sin embargo, los trabajos científicos de las últimas décadas han obligado a cambiar esta premisa.   

Actualmente disponemos de suficiente evidencia sobre la seguridad del ejercicio en las pacientes con cáncer de mama en riesgo de padecer linfedema o que ya lo presenten.  

A pesar de no conocerse del todo los mecanismos fisiológicos que intervienen, parece que los beneficios se derivan de la activación del bombeo músculo-esquelético, que favorece el retorno venoso y linfático, así como de la estimulación del sistema simpático que regula los vasos linfáticos.   

El ejercicio que ha demostrado mejor su eficacia, es el ejercicio de resistencia, con carga progresiva, es decir no se recomienda comenzar a levantar mancuernas muy pesadas con los brazos si la paciente no está acostumbrada, al igual que otra persona cualquiera que no haya sido intervenida de cáncer de mama. Por lo que se recomienda comenzar con poco peso, e irlo incrementándolo de manera personalizada y progresiva. 

Cualquier ejercicio que integre los brazos movilizándolos, es beneficioso para ayudar al retorno linfático-venoso. 

Unos ejemplos de estos ejercicios son, la marcha nórdica, el remo, pilates, natación, elíptica, cualquier tipo de baile que incluya las extremidades superiores, o realizar pesas progresivas con movimiento de brazos.

No hay evidencia de que las extracciones sanguíneas sean un factor de riesgo para desarrollar linfedema. 

El único problema de las extracciones es que al fin y al cabo son una puerta de entrada de patógenos, por lo que, si tenemos la posibilidad de poder realizar la extracción en el otro brazo, sería una buena opción. 

Con un linfedema ya establecido, cualquier herida ya sea por picadura de mosquito, por un rasguño en trabajo de jardinería, etc… puede ser un factor de riesgo para desarrollar una linfangitis, pero no para desarrollar linfedema en un brazo sano.

Hace años, viajar en avión, al igual que el ejercicio físico o realizar trabajo con el brazo de la mama intervenida, estaba denostado.  

Tampoco hay evidencia al respecto en cuanto a los cambios de presiones en viajes en avión, por lo que se recomienda a las pacientes realizar vida lo más normal posible.

En realidad, estar tumbado durante horas al sol del mediodía en julio o agosto no es lo más recomendado para nadie, estés intervenido de cáncer de mama o no lo estés. 

Lo que se pretende es que el brazo no alcance altas temperaturas, y que evitemos quemaduras, por el mismo principio de evitar heridas en las extremidades superiores, para que no haya puertas de entrada a patógenos que podrían causar linfangitis en una extremidad con linfedema. 

Sin embargo, pasear al sol de la tarde o en las primeras horas de la mañana, evitando las horas de sol más dañinas (las del mediodía) ya sea en la montaña o en la playa, es muy beneficioso, y no es factor de riesgo para desarrollar linfedema ni empeoraría un linfedema ya establecido.

Servicio de Rehabilitación